Querido Carlos Abascal
Irrita discurso de Abascal
Desaprueban asistente el discurso del Secretario del Trabajo
Por ALEJANDRO SALAS / Grupo Reforma
Cd de México, México.-(15/Marzo/2001).- El Secretario de Trabajo, Carlos Abascal, difundió un discurso en el que se manifiesta en contra de la "masculinización" de la mujer y pide crear las condiciones para que ésta regrese al seno del hogar, a cumplir con su papel de madre.
"El reconocimiento de la inmensa dignidad de la mujer no puede pasar por su masculinización, ni por su generización, en contra de su propia originalidad masculina..., debemos crear condiciones para que las mujeres que así lo decidan, puedan entregarse de lleno a la profesión de madre y de corazón del hogar; pues cada alma que se les confía (...) vale más que todo el universo material creado, y esto será posible en la medida en que el hombre revalore el invaluable trabajo de la mujer en el hogar", reflexiona.
México, D.F., a 18 de marzo de 2001
Querido Carlos:
Definitivamente, es fácil generalizar. Si no me crees, pregúntale al tal Marcos. De hecho, es muy cómodo. Es tan cómodo, que los que caemos en ese tipo de errores, nos aferramos a una fórmula que ha resultado durante siglos y la damos como verdadera, como regidora de nuestras vidas.
Yo creo firmemente que tú vienes de una familia que se podría catalogar como "normal". Con una madre dedicada a cultivar las almas que se le confiaron y con un padre proveedor de recursos económicos.
Admito, sin embargo, que no tuve el gusto de conocer a tu señora madre y acepto que podría estar totalmente equivocada en mi conceptualización de ella. Tal vez, tu formadora del alma fue una profesionista que se partió el alma en un trabajo de 8 a 5 en días hábiles y que confió tan preciada labor a alguien más. Tal vez únicamente se dedicó a hacer labores manuales en casa y al mismo tiempo, vigilar tu formación así como la de tu(s) hermano(s).
Al que sí tuve el gusto de conocer fue a tu hermano Salvador. De él, sólo te puedo decir cosas buenas: un hombre bien con una familia bien, una vida bien, un auto bien, conceptos de la vida bien, que hizo exactamente lo que se esperó de él y que nunca tuvo (hasta el momento en que yo lo conocí, después ya no lo sé) ni grandes problemas económicos ni autocuestionamientos morales ni dudas en relación a su actuación en la vida.
Todos lo que tuvimos la suerte de ser sus alumnos de los cursos de filosofía y ética que impartió en algún momento de su vida, sabíamos perfectamente bien que la única manera de obtener un 10 (preciado, muy preciado) en sus evaluaciones era incluir la palabra "Dios" en la mismas. Como fuera, en cualquier contexto, con cualquier pretexto. El chiste era que el Creador debía estar presente. Y si uno le agregaba las palabras "Nuestro Señor" entonces alcanzábamos la gloria. La gloria del 10, es decir.
Yo, por supuesto, soy la persona menos indicada para cuestionar a nadie, mucho menos a alguien que ha demostrado tanta congruencia en cuanto a sus creencias religiosas. Es totalmente respetable para mí si él y tú (o sólo él) decidieron regir sus vidas en base a una fe religiosa.
Lo que sí me gustaría decirte es lo siguiente: de ninguna manera las mujeres que están a tu alrededor y de las cuales has tomado los modelos femeninos son el grueso de la población femenina de este país. De ninguna manera. Yo ciertamente no sé con quién te casaste (y realmente no quisiera tomarme la molestia de pasar dos noches en internet buscando tu biografía personal) pero no me parece que salga de los cánones establecidos por tu formadora del alma. Probablemente eres padre de alguna mujer. Y si es el caso, apostaría cualquier cosa que su vida ha sido igual a la de tu hermano: una niña bien, con una educación bien, un coche bien, con un galán bien (o un futuro galán bien) y con una formación de cajita de cristal. Te repito, Carlos, esto no tiene nada de malo, es un modus vivendus que tú te puedes dar el lujo de mantener y lo haces realmente porque tienes todo el derecho de hacerlo y finalmente, porque se te da la gana hacerlo.
Lo que tú no puedes ni debes hacer es abusar de tu puesto para promover tus creencias en cuanto a la formación de almas. De ninguna manera. Existimos mujeres (y somos mayoría, con la pena) que tuvimos la (mala, según tú) suerte de "masculinizarnos". Por la razón que tú quieras. Algunas perdimos todo el patrimonio familiar. Otras nunca lo tuvieron. Pero todas nosotras, sin importar nuestro nivel económico y formativo, tuvimos los pantalones de salir a la calle y luchar por alimentar a nuestros hijos o a nosotros mismas. Y nos partimos la formadora de almas para que nuestra labor, inteligencia, constancia y perseverancia fuera reconocida por ustedes, los hombres. Y aquí la pregunta siguiente sería: finalmente ¿quienes son ustedes para reconocernos? Ustedes que se desligan de la formación de almas y que sólo la suplen con lo económico (por cierto, ¿cuantas horas al día te dedicas a formarle el alma tus hijos? Tú participaste también para que tales almas fueran engendradas, ¿o no?). ¿Ustedes, que rigen lo inregible? Y lo inregible no tiene límite: decidir que hacer con nuestros cuerpos, con nuestro comportamiento social, con nuestras ganas (pocas, muchas o nulas) de creer en un ser superior. Carlos, reconsidera tus expresiones o límitalas al seno familiar, en donde sí puedes definitivamente regir el comportamiento de las mujeres que lo componen.
Como mujer he tenido el placer de vivir las siguientes experiencias, todas ellas contribuyeron a formar MI alma:
- Tener todo, perder todo y levantarme de nuevo.
- Saber lo que es el hambre.
- Salirme de los cánones establecidos por mis padres y comprobar por mí misma cuáles eran los que debía seguir.
- Sentir el acoso sexual fastidioso por parte de un jefe libidinoso.
- Angustiarme porque no me alcanza el dinero para pagar la renta y conseguir el dinero en base a trabajo honesto y arduo antes de que ésta venciera.
- Decidir libremente el ser madre.
- Depender de un patrón que no me ascendió porque no cedí antes sus exigencias de alabanzas constantes y continuas.
- Aguantar comentarios y chistes misóginos.
- Desempeñar los siguientes papeles y no fallar en ninguno: madre, hija, hermana, prima, madrina, empleada, jefa, patrona, amiga, amante.
¿Y sabes qué, Carlos? Esto, estas experiencias, no las cambio por nada. Ni siquiera por cocinarle a alguien una sopa azteca, ni por que alguien "revalore" mi trabajo en el hogar.
Tenía yo una amiga, tocaya mía, que decía que lo malo de la consciencia era que una vez invadiéndote, ésta te afectaba en todo tu ser y nunca más te abandonaba. "Tocaya, explícame, ¿por qué no me encuentro a un niño bien? ¿por qué no puedo jugarle al ama de casa ideal, a la mamá fifí, a la esposa ornamental? ¿no sería más fácil así? ¿no sería más cómodo y conveniente para mí dejarle a mi esposo la consciencia? ¿por qué no puedo jugarle al "aquí no pasa nada"? ¿no sería más conveniente cerrar los ojos ante la vida?". Y, querido Carlos, realmente deseo, a estas alturas del partido, que mi tocaya Tere G. haya encontrado a su niño bien. Lo deseo sinceramente porque, si fue el caso, así ella garantizó su bienestar económico y físico. Aunque no el bienestar de su alma. Espero que esto último no te haya sonado familiar.
Tere Chacón
Desaprueban asistente el discurso del Secretario del Trabajo
Por ALEJANDRO SALAS / Grupo Reforma
Cd de México, México.-(15/Marzo/2001).- El Secretario de Trabajo, Carlos Abascal, difundió un discurso en el que se manifiesta en contra de la "masculinización" de la mujer y pide crear las condiciones para que ésta regrese al seno del hogar, a cumplir con su papel de madre.
"El reconocimiento de la inmensa dignidad de la mujer no puede pasar por su masculinización, ni por su generización, en contra de su propia originalidad masculina..., debemos crear condiciones para que las mujeres que así lo decidan, puedan entregarse de lleno a la profesión de madre y de corazón del hogar; pues cada alma que se les confía (...) vale más que todo el universo material creado, y esto será posible en la medida en que el hombre revalore el invaluable trabajo de la mujer en el hogar", reflexiona.
México, D.F., a 18 de marzo de 2001
Querido Carlos:
Definitivamente, es fácil generalizar. Si no me crees, pregúntale al tal Marcos. De hecho, es muy cómodo. Es tan cómodo, que los que caemos en ese tipo de errores, nos aferramos a una fórmula que ha resultado durante siglos y la damos como verdadera, como regidora de nuestras vidas.
Yo creo firmemente que tú vienes de una familia que se podría catalogar como "normal". Con una madre dedicada a cultivar las almas que se le confiaron y con un padre proveedor de recursos económicos.
Admito, sin embargo, que no tuve el gusto de conocer a tu señora madre y acepto que podría estar totalmente equivocada en mi conceptualización de ella. Tal vez, tu formadora del alma fue una profesionista que se partió el alma en un trabajo de 8 a 5 en días hábiles y que confió tan preciada labor a alguien más. Tal vez únicamente se dedicó a hacer labores manuales en casa y al mismo tiempo, vigilar tu formación así como la de tu(s) hermano(s).
Al que sí tuve el gusto de conocer fue a tu hermano Salvador. De él, sólo te puedo decir cosas buenas: un hombre bien con una familia bien, una vida bien, un auto bien, conceptos de la vida bien, que hizo exactamente lo que se esperó de él y que nunca tuvo (hasta el momento en que yo lo conocí, después ya no lo sé) ni grandes problemas económicos ni autocuestionamientos morales ni dudas en relación a su actuación en la vida.
Todos lo que tuvimos la suerte de ser sus alumnos de los cursos de filosofía y ética que impartió en algún momento de su vida, sabíamos perfectamente bien que la única manera de obtener un 10 (preciado, muy preciado) en sus evaluaciones era incluir la palabra "Dios" en la mismas. Como fuera, en cualquier contexto, con cualquier pretexto. El chiste era que el Creador debía estar presente. Y si uno le agregaba las palabras "Nuestro Señor" entonces alcanzábamos la gloria. La gloria del 10, es decir.
Yo, por supuesto, soy la persona menos indicada para cuestionar a nadie, mucho menos a alguien que ha demostrado tanta congruencia en cuanto a sus creencias religiosas. Es totalmente respetable para mí si él y tú (o sólo él) decidieron regir sus vidas en base a una fe religiosa.
Lo que sí me gustaría decirte es lo siguiente: de ninguna manera las mujeres que están a tu alrededor y de las cuales has tomado los modelos femeninos son el grueso de la población femenina de este país. De ninguna manera. Yo ciertamente no sé con quién te casaste (y realmente no quisiera tomarme la molestia de pasar dos noches en internet buscando tu biografía personal) pero no me parece que salga de los cánones establecidos por tu formadora del alma. Probablemente eres padre de alguna mujer. Y si es el caso, apostaría cualquier cosa que su vida ha sido igual a la de tu hermano: una niña bien, con una educación bien, un coche bien, con un galán bien (o un futuro galán bien) y con una formación de cajita de cristal. Te repito, Carlos, esto no tiene nada de malo, es un modus vivendus que tú te puedes dar el lujo de mantener y lo haces realmente porque tienes todo el derecho de hacerlo y finalmente, porque se te da la gana hacerlo.
Lo que tú no puedes ni debes hacer es abusar de tu puesto para promover tus creencias en cuanto a la formación de almas. De ninguna manera. Existimos mujeres (y somos mayoría, con la pena) que tuvimos la (mala, según tú) suerte de "masculinizarnos". Por la razón que tú quieras. Algunas perdimos todo el patrimonio familiar. Otras nunca lo tuvieron. Pero todas nosotras, sin importar nuestro nivel económico y formativo, tuvimos los pantalones de salir a la calle y luchar por alimentar a nuestros hijos o a nosotros mismas. Y nos partimos la formadora de almas para que nuestra labor, inteligencia, constancia y perseverancia fuera reconocida por ustedes, los hombres. Y aquí la pregunta siguiente sería: finalmente ¿quienes son ustedes para reconocernos? Ustedes que se desligan de la formación de almas y que sólo la suplen con lo económico (por cierto, ¿cuantas horas al día te dedicas a formarle el alma tus hijos? Tú participaste también para que tales almas fueran engendradas, ¿o no?). ¿Ustedes, que rigen lo inregible? Y lo inregible no tiene límite: decidir que hacer con nuestros cuerpos, con nuestro comportamiento social, con nuestras ganas (pocas, muchas o nulas) de creer en un ser superior. Carlos, reconsidera tus expresiones o límitalas al seno familiar, en donde sí puedes definitivamente regir el comportamiento de las mujeres que lo componen.
Como mujer he tenido el placer de vivir las siguientes experiencias, todas ellas contribuyeron a formar MI alma:
- Tener todo, perder todo y levantarme de nuevo.
- Saber lo que es el hambre.
- Salirme de los cánones establecidos por mis padres y comprobar por mí misma cuáles eran los que debía seguir.
- Sentir el acoso sexual fastidioso por parte de un jefe libidinoso.
- Angustiarme porque no me alcanza el dinero para pagar la renta y conseguir el dinero en base a trabajo honesto y arduo antes de que ésta venciera.
- Decidir libremente el ser madre.
- Depender de un patrón que no me ascendió porque no cedí antes sus exigencias de alabanzas constantes y continuas.
- Aguantar comentarios y chistes misóginos.
- Desempeñar los siguientes papeles y no fallar en ninguno: madre, hija, hermana, prima, madrina, empleada, jefa, patrona, amiga, amante.
¿Y sabes qué, Carlos? Esto, estas experiencias, no las cambio por nada. Ni siquiera por cocinarle a alguien una sopa azteca, ni por que alguien "revalore" mi trabajo en el hogar.
Tenía yo una amiga, tocaya mía, que decía que lo malo de la consciencia era que una vez invadiéndote, ésta te afectaba en todo tu ser y nunca más te abandonaba. "Tocaya, explícame, ¿por qué no me encuentro a un niño bien? ¿por qué no puedo jugarle al ama de casa ideal, a la mamá fifí, a la esposa ornamental? ¿no sería más fácil así? ¿no sería más cómodo y conveniente para mí dejarle a mi esposo la consciencia? ¿por qué no puedo jugarle al "aquí no pasa nada"? ¿no sería más conveniente cerrar los ojos ante la vida?". Y, querido Carlos, realmente deseo, a estas alturas del partido, que mi tocaya Tere G. haya encontrado a su niño bien. Lo deseo sinceramente porque, si fue el caso, así ella garantizó su bienestar económico y físico. Aunque no el bienestar de su alma. Espero que esto último no te haya sonado familiar.
Tere Chacón
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