Una embarradita de los exponentes de la cultura en México
Contaba yo con un amigo, compañero de la beatlemanía mexicana, que alguna vez me dijo:
"Si tú eres fiel seguidora de McCartney y algún día tienes la gran fortuna de toparte con él, trata de no buscar nada adicional a lo que se espera de ti porque te llevarías una gran decepción"
¿Qué fue exactamente lo que me quiso decir? Bueno, pues básicamente sus palabras encubrían un "ten cuidado porque McCartney es muy mamón y darte cuenta de eso te va a pegar mucho".
Sus sabias palabras indicaban algo que yo bien se: los grandes íconos de cualquier ámbito son soberbios, pegados de sí mismos, prepotentes y mamones.
Y ejemplos me sobran:
Hace apenas algunos días, un amigo y yo fuimos a una reunión con el productor de un programa de Radio UNAM. El tipo en cuestión espera que tanto mi amigo como yo aportemos nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y nuestros conocimientos beatleros en un evento que desea realizar. ¿A cambio de qué? De nada. Le es muy natural pensar que el honor es nuestro. Y la verdad, conocer a íconos de la cultura en México e intercambiar opiniones y vivencias con ellos es un gran honor. Pero le rascas un poquito y te caes de la impresión de ver un egocentrismo fuera de toda proporción. Y ahí se cae el ídolo. Ahí ves que Doña Chonita, la de las tortillas, la que siempre llega y te pregunta por tu salud, la que te aparta la mejor mercancía, la que se angustia terriblemente porque su único hijo sea un hombre de bien y de estudios, la que te da un calendario cada fin de año impreso en el papel de la peor calidad pero que porta orgullosamente su nombre y su esfuerzo cotidiano, esa, esa es mejor persona y cuenta con más calidad humana que la mayoría de estos íconos que "llegaron a la cúspide" y que se mantienen por los numerosos patiños "quierosercomotú" que siempre los rodean y alimentan su egocentrismo.
¿Hablamos de otros?
Hace algún tiempo alguien comentó que Monsivaís no le dirigía la palabra ni su atención a quien no consideraba a su altura. No lo dudo. Como tampoco dudo que debe vivir en la soledad absoluta. También, hace otros ayeres, un señor, de apellido De Gortari, ícono de la Facultad de Filosofía de la UNAM, tenía impresionada hasta el cansancio a mi madre. Me cansé de oir alabanzas desmedidas a la gran inteligencia y a los excepcionales conocimientos del señor. La desilusión vino el día que lo conocí porque vi, de una manera clara y muy dolorosa, que apenas levanto dos dedos para saludar a mi madre y la dejó prácticamente con la palabra en la boca cuando ella intentó presentarme con él. ¿Por qué? Porque mi madre era únicamente una secretaria voluntaria de esa facultad.
¿Tiene fundamentos esa forma de andar por vida? ¡Por supuesto que no! La culpa no es del indio sino de quien lo hace compadre, ¿no? ¿Dónde estarían estos "grandes" sin el sequito de lamebotas (como dice mi hija)? Estarían solos, regodéandose en sus conocimientos extraordinarios, pero solos. Y ojo: los verdaderamente grandes nunca pierden piso ni el contacto con aquellos que los pueden hacer más grandes. ¿Y quienes los pueden hacer más grandes? Pues nosotros, los simple mortales, los que vamos por la vida dando tumbos profesionales, espirituales y personales y que les aportamos elementos que les permiten seguir ascendiendo.
De la reunión con el productor de Radio UNAM salí asqueada. Pocas, pero verdaderamente pocas veces, he visto a un ser humano que exige de esta manera tu admiración y tu atención a una estructura sostenida por palillos y en la cual te invita a competir con sus lamebotas para favorecerte con unos minutos de su mirada. Y eso lo hace con dos fines: sembrar inseguridad a sus lamebotas y despertar en ti las ganas de ser un segundón que lo favorecerá de todo a todo. Buen provecho.
Por lo pronto regreso a la realidad en la cual soy solo una segundona... de mí misma.
"Si tú eres fiel seguidora de McCartney y algún día tienes la gran fortuna de toparte con él, trata de no buscar nada adicional a lo que se espera de ti porque te llevarías una gran decepción"
¿Qué fue exactamente lo que me quiso decir? Bueno, pues básicamente sus palabras encubrían un "ten cuidado porque McCartney es muy mamón y darte cuenta de eso te va a pegar mucho".
Sus sabias palabras indicaban algo que yo bien se: los grandes íconos de cualquier ámbito son soberbios, pegados de sí mismos, prepotentes y mamones.
Y ejemplos me sobran:
Hace apenas algunos días, un amigo y yo fuimos a una reunión con el productor de un programa de Radio UNAM. El tipo en cuestión espera que tanto mi amigo como yo aportemos nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y nuestros conocimientos beatleros en un evento que desea realizar. ¿A cambio de qué? De nada. Le es muy natural pensar que el honor es nuestro. Y la verdad, conocer a íconos de la cultura en México e intercambiar opiniones y vivencias con ellos es un gran honor. Pero le rascas un poquito y te caes de la impresión de ver un egocentrismo fuera de toda proporción. Y ahí se cae el ídolo. Ahí ves que Doña Chonita, la de las tortillas, la que siempre llega y te pregunta por tu salud, la que te aparta la mejor mercancía, la que se angustia terriblemente porque su único hijo sea un hombre de bien y de estudios, la que te da un calendario cada fin de año impreso en el papel de la peor calidad pero que porta orgullosamente su nombre y su esfuerzo cotidiano, esa, esa es mejor persona y cuenta con más calidad humana que la mayoría de estos íconos que "llegaron a la cúspide" y que se mantienen por los numerosos patiños "quierosercomotú" que siempre los rodean y alimentan su egocentrismo.
¿Hablamos de otros?
Hace algún tiempo alguien comentó que Monsivaís no le dirigía la palabra ni su atención a quien no consideraba a su altura. No lo dudo. Como tampoco dudo que debe vivir en la soledad absoluta. También, hace otros ayeres, un señor, de apellido De Gortari, ícono de la Facultad de Filosofía de la UNAM, tenía impresionada hasta el cansancio a mi madre. Me cansé de oir alabanzas desmedidas a la gran inteligencia y a los excepcionales conocimientos del señor. La desilusión vino el día que lo conocí porque vi, de una manera clara y muy dolorosa, que apenas levanto dos dedos para saludar a mi madre y la dejó prácticamente con la palabra en la boca cuando ella intentó presentarme con él. ¿Por qué? Porque mi madre era únicamente una secretaria voluntaria de esa facultad.
¿Tiene fundamentos esa forma de andar por vida? ¡Por supuesto que no! La culpa no es del indio sino de quien lo hace compadre, ¿no? ¿Dónde estarían estos "grandes" sin el sequito de lamebotas (como dice mi hija)? Estarían solos, regodéandose en sus conocimientos extraordinarios, pero solos. Y ojo: los verdaderamente grandes nunca pierden piso ni el contacto con aquellos que los pueden hacer más grandes. ¿Y quienes los pueden hacer más grandes? Pues nosotros, los simple mortales, los que vamos por la vida dando tumbos profesionales, espirituales y personales y que les aportamos elementos que les permiten seguir ascendiendo.
De la reunión con el productor de Radio UNAM salí asqueada. Pocas, pero verdaderamente pocas veces, he visto a un ser humano que exige de esta manera tu admiración y tu atención a una estructura sostenida por palillos y en la cual te invita a competir con sus lamebotas para favorecerte con unos minutos de su mirada. Y eso lo hace con dos fines: sembrar inseguridad a sus lamebotas y despertar en ti las ganas de ser un segundón que lo favorecerá de todo a todo. Buen provecho.
Por lo pronto regreso a la realidad en la cual soy solo una segundona... de mí misma.
1 comentario
Corazón... -
Bueno ese riezgo corremos todos al descubrir a fondo a la gente... no es lo mismo mirarle desde afuera...q su interior...
No creo q seas una segundona de ti misma... Pues eres la principal :))
Un saludo.
;o)