EL GENIO - Parte 3
(1782)
A los 26 años contrajo matrimonio en 1782 con Constanza Weber, hermana de Aloysia. A partir de entonces la vida de Mozart toma un aspecto particular: amaba a su esposa entrañablemente. Ella soportó calladamente los infortunios y estrecheces de su vida conyugal; pero, desafortunadamente, no poseía los alcances suficientes para impulsar a su marido como correspondía a su genio.
El poseía una alegría espontánea y fragante que hacía que las gentes de quienes solicitaba ayuda no diesen crédito a las necesidades reales que les exponía. Si no tenía dinero para comprar leña para los crueles días de invierno, cantaba e invitaba a su mujer a bailar para calentarse; si el casero apremiaba, Mozart le endosaba como pago una de sus bellas composiciones que fueron, para su poseedor, una mina de oro superior a muchos años de alquiler de su inmueble. El camino de Mozart fue llenándose de pequeñas tumbas de hijos que no lograban sobrevivir.
De esta época data su amistad con F. J. Haydn a quien le dedicó seis cuartetos (1782-85); estrenó también la sinfonía Haffner (K.385, 1785) y otras obras, de expresividad muy superior a la de la música de su tiempo. La llegada de Lorenzo da Ponte a Viena le proporcionó un libretista de excepción para tres de sus mejores óperas: Le nozze di Figaro (1786), Don Giovanni (1787) y Così fan tutte (1790).
(1783)
Aunque Mozart vivió en Viena por el resto de su vida, realizó algunos viajes: a Salzburgo en 1783 para presentar su esposa a la familia, a Praga tres veces para participar en conciertos y presentaciones operísticas, a Berlín en 1789 buscando un puesto, a Frankfurt en 1790 para interpretar en las celebraciones de la coronación.
(1786)
En 1786 compuso la primera de sus tres óperas cómicas con libretos de Lorenzo da Ponte, Las Bodas de Fígaro. En esta obra y en la ópera Don Juan (estrenada en Praga en 1787), Mozart trató la interrelación de tensiones sociales y sexuales con una profunda mirada en el carácter humano.
Recibió también nuevo encargo del emperador José, en 1786, para componer una opereta llamada "El Empresario", en la que Mozart deja algunas páginas de alto valor.
En 1787 obtuvo el nombramiento de compositor de la corte, con un sueldo de 800 florines anuales a cambio de componer nada más que danzas para los bailes de la corte. Según los estándares de vida de los músicos, ganaba un buen salario y podía costear un carruaje y sirvientes, pero el derroche y el mal manejo económico le llevó a pasar algunas periodos de dificultad financiera y tener que pedir prestado.
Efectuó algunos viajes, recibiendo en Berlín tentadoras ofertas que rechaza con un sentimiento de lealtad y de cariño para su emperador. Sus últimas óperas fueron "Cossi fan tutti" (1790), y "La flauta mágica" (1791).
(1787)
En este año murió su padre.
En Praga, el 29 de octubre de 1787, su magistral ópera "Don Juan": la obertura de esta obra fue escrita en unas cuantas horas de la noche del 28 al 29 de octubre. Se relata, acerca del particular, que Mozart, agasajado hasta lo inaudito por los habitantes de Praga, no se daba reposo para gozar de la obertura, asistía a una reunión y se entregaba al baile con el entusiasmo delirante que le causaba la danza. El empresario, inquieto hasta el extremo, se acercaba a él para recordarle a él para recordarle que la obertura no estaba escrita, a lo cual Mozart contestaba, señalándose la frente y evadiendo su requerimiento: "¡No se preocupe, aquí la tengo!"... Pero a la tercera vez que recibió esta contestación, alcanzó a replicar, cuando ya eran cerca de las once de la noche: "¡Sí, mi querido Mozart, pero los músicos no van a leer allí!"...
Entonces Wolfgang dando un suspiro de tristeza, abandonó el salón para dedicarse a escribir. Llamó a su esposa y le pidió que le preparase una jarra de café, al mismo tiempo que le decía: "¡Mi pequeña Stanzi, no dejes que me duerma!"... Pero cerca de las cinco de la mañana, el cansancio lo vencía, por lo que le suplicó a su mujer "¡Un cuarto de hora nada más, un cuarto de hora déjame dormir!"... Accedió Constanza, pero ella misma relataba después: "transcurrido el cuarto de hora, reposaba tan profundamente que no tuve ánimo para levantarlo". Cerca de las ocho de la mañana la partitura estaba terminada, pero aún faltaba sacar las copias para cada instrumento. La función estaba anunciada para las siete de la noche: el teatro estaba lleno a reventar, pero no había indicios de que la representación se iniciara. Una hora después de la hora prevista, el mozo distribuía las partes en los atriles de la orquesta y los músicos salieron a ocupar su lugar. Entre bastidores, Mozart, nervioso y acongojado se paseaba de uno a otro lado. Cuando salió a dirigir la obertura sudaba copiosamente: los músicos tenían que leer a primera vista las partes de una obra que nunca se había oído antes.
Y cuando terminó la ejecución, el público aplaudió delirantemente, uniendo a su manifestación de aprobación los gritos de: "¡Bravo!... ¡Viva el Maestro!..." En cuanto tuvo oportunidad el empresario se acercó a Mozart y le preguntó: "Y bien, ¿cómo salió la obertura?..." A lo que Mozart le contestó: "Unas cuantas notas equivocadas por el copista... pero en general muy bien"...
(1788)
Entre 1788 y 1789 compuso sus últimas cuatro sinfonías: la N°38 escrita para Praga en 1786, las otras, la lírica N°39, la sugestivamente trágica N°40 y la grandiosa N°41, compuestas en 1788.
Sus últimas partituras fueron el Concierto para Clarinete y algunas obras para las logias masónicas (Wolfgang lo era desde 1784 y las enseñanzas masónicas habían afectado sin duda alguna su pensamiento y el arte de sus últimos años).
Hacia 1789 sintió los primeros síntomas del mal que lo llevó a la tumba.
(1790)
Muerto ése año Gluck, el emperador José II concedió el cargo de kapellmeister a Mozart, pero redujo el salario, hecho que impidió que saliese del círculo vicioso de deudas. Estas crisis se reflejaron en obres como en el quinteto de cuerda K.516, en las tres últimas sinfonías (K.543, 550 - 551, Júpiter, del 1788), los últimos conciertos para piano, etc., contribuciones ingentes a estos géneros. En sus años finales Mozart escribió sus últimas óperas, Die Zauberflöte (La flauta mágica) y La Clemenza di Tito, (1791) -escrita con motivo de la coronación del nuevo emperador Leopold II-. Precisamente mientras trabajaba en La flauta mágica, con libreto de Emmanuel Schikaneder, el emisario de un misterioso conde Walsegg-Stuppach le encargó una misa de réquiem. El Réquiem en Re menor K.626, inacabado por la muerte de Mozart -el 5 de diciembre de 1791- fue su última composición, acabada por su discípulo F.X. Süssmayr.
(1791)
Su último viaje a Praga fue para el estreno de La Clemenza di Tito, una ópera seria tradicional escrita para las celebraciones de la coronación, pero compuesta con la finura y economía características de la música tardía del autor. Las obras instrumentales de estos años incluyen algunas sonatas para piano, tres cuartetos de cuerdas escritos para el rey de Prusia, algunos quintetos para cuerdas (entre ellos los K.515 y K.516).
El 4 de diciembre de 1791 les pidió a los amigos que rodeaban su lecho que lo ayudaran a cantar la "Lacrimosa", de la incompleta obra, pero a la mitad de su ejecución se interrumpió en sollozos; más tarde dio a su discípulo Süsmayer indicaciones para terminarla. "Esa noche, (escriben David y Federico Ewen), su esposa Constanza, su hermana Sofía, y el discípulo Süsmayer se arrodillaron junto al lecho... Se llamó a un sacerdote para que le administraran la extremaunción. A medianoche, Mozart se despidió de su familia. Luego se volvió hacia la pared. Cuando lo tocaron comprobaron que había muerto".
Murió a la una de la mañana del día 5 de diciembre de 1791. Su entierro se efectuó el día 6: una furiosa tempestad dispersó el cortejo fúnebre. Varios años más tarde se levantó un monumento en el lugar que se supone descansan los restos.
Con su muerte, cuyas causas levantaron una serie de especulaciones (pero lo cierto es que no fue envenenado), quedó inconcluso un Réquiem, su primera partitura religiosa a gran escala desde la Misa en do menor de 1783. Aunque el estreno no fue tan exitoso, las posteriores presentaciones en Viena encontraron gran acogida, incluso los números debían ser repetidos varias veces y el mismo Salieri la consideró una obra maestra.
Süssmayr, alumno de Mozart en esta etapa final, fue el encargado de completar el Réquiem y, además, fue uno de los cinco músicos, entre ellos Salieri, que asistieron al funeral. Siguiendo la costumbre de la época y después de una pequeña ceremonia, Wolfgang fue sepultado el 7 de diciembre en un suburbio de Viena y sin una lápida. Los obituarios fueron unánimes al reconocer la grandeza del músico y varios conciertos se realizaron en su memoria.
A los 26 años contrajo matrimonio en 1782 con Constanza Weber, hermana de Aloysia. A partir de entonces la vida de Mozart toma un aspecto particular: amaba a su esposa entrañablemente. Ella soportó calladamente los infortunios y estrecheces de su vida conyugal; pero, desafortunadamente, no poseía los alcances suficientes para impulsar a su marido como correspondía a su genio.
El poseía una alegría espontánea y fragante que hacía que las gentes de quienes solicitaba ayuda no diesen crédito a las necesidades reales que les exponía. Si no tenía dinero para comprar leña para los crueles días de invierno, cantaba e invitaba a su mujer a bailar para calentarse; si el casero apremiaba, Mozart le endosaba como pago una de sus bellas composiciones que fueron, para su poseedor, una mina de oro superior a muchos años de alquiler de su inmueble. El camino de Mozart fue llenándose de pequeñas tumbas de hijos que no lograban sobrevivir.
De esta época data su amistad con F. J. Haydn a quien le dedicó seis cuartetos (1782-85); estrenó también la sinfonía Haffner (K.385, 1785) y otras obras, de expresividad muy superior a la de la música de su tiempo. La llegada de Lorenzo da Ponte a Viena le proporcionó un libretista de excepción para tres de sus mejores óperas: Le nozze di Figaro (1786), Don Giovanni (1787) y Così fan tutte (1790).
(1783)
Aunque Mozart vivió en Viena por el resto de su vida, realizó algunos viajes: a Salzburgo en 1783 para presentar su esposa a la familia, a Praga tres veces para participar en conciertos y presentaciones operísticas, a Berlín en 1789 buscando un puesto, a Frankfurt en 1790 para interpretar en las celebraciones de la coronación.
(1786)
En 1786 compuso la primera de sus tres óperas cómicas con libretos de Lorenzo da Ponte, Las Bodas de Fígaro. En esta obra y en la ópera Don Juan (estrenada en Praga en 1787), Mozart trató la interrelación de tensiones sociales y sexuales con una profunda mirada en el carácter humano.
Recibió también nuevo encargo del emperador José, en 1786, para componer una opereta llamada "El Empresario", en la que Mozart deja algunas páginas de alto valor.
En 1787 obtuvo el nombramiento de compositor de la corte, con un sueldo de 800 florines anuales a cambio de componer nada más que danzas para los bailes de la corte. Según los estándares de vida de los músicos, ganaba un buen salario y podía costear un carruaje y sirvientes, pero el derroche y el mal manejo económico le llevó a pasar algunas periodos de dificultad financiera y tener que pedir prestado.
Efectuó algunos viajes, recibiendo en Berlín tentadoras ofertas que rechaza con un sentimiento de lealtad y de cariño para su emperador. Sus últimas óperas fueron "Cossi fan tutti" (1790), y "La flauta mágica" (1791).
(1787)
En este año murió su padre.
En Praga, el 29 de octubre de 1787, su magistral ópera "Don Juan": la obertura de esta obra fue escrita en unas cuantas horas de la noche del 28 al 29 de octubre. Se relata, acerca del particular, que Mozart, agasajado hasta lo inaudito por los habitantes de Praga, no se daba reposo para gozar de la obertura, asistía a una reunión y se entregaba al baile con el entusiasmo delirante que le causaba la danza. El empresario, inquieto hasta el extremo, se acercaba a él para recordarle a él para recordarle que la obertura no estaba escrita, a lo cual Mozart contestaba, señalándose la frente y evadiendo su requerimiento: "¡No se preocupe, aquí la tengo!"... Pero a la tercera vez que recibió esta contestación, alcanzó a replicar, cuando ya eran cerca de las once de la noche: "¡Sí, mi querido Mozart, pero los músicos no van a leer allí!"...
Entonces Wolfgang dando un suspiro de tristeza, abandonó el salón para dedicarse a escribir. Llamó a su esposa y le pidió que le preparase una jarra de café, al mismo tiempo que le decía: "¡Mi pequeña Stanzi, no dejes que me duerma!"... Pero cerca de las cinco de la mañana, el cansancio lo vencía, por lo que le suplicó a su mujer "¡Un cuarto de hora nada más, un cuarto de hora déjame dormir!"... Accedió Constanza, pero ella misma relataba después: "transcurrido el cuarto de hora, reposaba tan profundamente que no tuve ánimo para levantarlo". Cerca de las ocho de la mañana la partitura estaba terminada, pero aún faltaba sacar las copias para cada instrumento. La función estaba anunciada para las siete de la noche: el teatro estaba lleno a reventar, pero no había indicios de que la representación se iniciara. Una hora después de la hora prevista, el mozo distribuía las partes en los atriles de la orquesta y los músicos salieron a ocupar su lugar. Entre bastidores, Mozart, nervioso y acongojado se paseaba de uno a otro lado. Cuando salió a dirigir la obertura sudaba copiosamente: los músicos tenían que leer a primera vista las partes de una obra que nunca se había oído antes.
Y cuando terminó la ejecución, el público aplaudió delirantemente, uniendo a su manifestación de aprobación los gritos de: "¡Bravo!... ¡Viva el Maestro!..." En cuanto tuvo oportunidad el empresario se acercó a Mozart y le preguntó: "Y bien, ¿cómo salió la obertura?..." A lo que Mozart le contestó: "Unas cuantas notas equivocadas por el copista... pero en general muy bien"...
(1788)
Entre 1788 y 1789 compuso sus últimas cuatro sinfonías: la N°38 escrita para Praga en 1786, las otras, la lírica N°39, la sugestivamente trágica N°40 y la grandiosa N°41, compuestas en 1788.
Sus últimas partituras fueron el Concierto para Clarinete y algunas obras para las logias masónicas (Wolfgang lo era desde 1784 y las enseñanzas masónicas habían afectado sin duda alguna su pensamiento y el arte de sus últimos años).
Hacia 1789 sintió los primeros síntomas del mal que lo llevó a la tumba.
(1790)
Muerto ése año Gluck, el emperador José II concedió el cargo de kapellmeister a Mozart, pero redujo el salario, hecho que impidió que saliese del círculo vicioso de deudas. Estas crisis se reflejaron en obres como en el quinteto de cuerda K.516, en las tres últimas sinfonías (K.543, 550 - 551, Júpiter, del 1788), los últimos conciertos para piano, etc., contribuciones ingentes a estos géneros. En sus años finales Mozart escribió sus últimas óperas, Die Zauberflöte (La flauta mágica) y La Clemenza di Tito, (1791) -escrita con motivo de la coronación del nuevo emperador Leopold II-. Precisamente mientras trabajaba en La flauta mágica, con libreto de Emmanuel Schikaneder, el emisario de un misterioso conde Walsegg-Stuppach le encargó una misa de réquiem. El Réquiem en Re menor K.626, inacabado por la muerte de Mozart -el 5 de diciembre de 1791- fue su última composición, acabada por su discípulo F.X. Süssmayr.
(1791)
Su último viaje a Praga fue para el estreno de La Clemenza di Tito, una ópera seria tradicional escrita para las celebraciones de la coronación, pero compuesta con la finura y economía características de la música tardía del autor. Las obras instrumentales de estos años incluyen algunas sonatas para piano, tres cuartetos de cuerdas escritos para el rey de Prusia, algunos quintetos para cuerdas (entre ellos los K.515 y K.516).
El 4 de diciembre de 1791 les pidió a los amigos que rodeaban su lecho que lo ayudaran a cantar la "Lacrimosa", de la incompleta obra, pero a la mitad de su ejecución se interrumpió en sollozos; más tarde dio a su discípulo Süsmayer indicaciones para terminarla. "Esa noche, (escriben David y Federico Ewen), su esposa Constanza, su hermana Sofía, y el discípulo Süsmayer se arrodillaron junto al lecho... Se llamó a un sacerdote para que le administraran la extremaunción. A medianoche, Mozart se despidió de su familia. Luego se volvió hacia la pared. Cuando lo tocaron comprobaron que había muerto".
Murió a la una de la mañana del día 5 de diciembre de 1791. Su entierro se efectuó el día 6: una furiosa tempestad dispersó el cortejo fúnebre. Varios años más tarde se levantó un monumento en el lugar que se supone descansan los restos.
Con su muerte, cuyas causas levantaron una serie de especulaciones (pero lo cierto es que no fue envenenado), quedó inconcluso un Réquiem, su primera partitura religiosa a gran escala desde la Misa en do menor de 1783. Aunque el estreno no fue tan exitoso, las posteriores presentaciones en Viena encontraron gran acogida, incluso los números debían ser repetidos varias veces y el mismo Salieri la consideró una obra maestra.
Süssmayr, alumno de Mozart en esta etapa final, fue el encargado de completar el Réquiem y, además, fue uno de los cinco músicos, entre ellos Salieri, que asistieron al funeral. Siguiendo la costumbre de la época y después de una pequeña ceremonia, Wolfgang fue sepultado el 7 de diciembre en un suburbio de Viena y sin una lápida. Los obituarios fueron unánimes al reconocer la grandeza del músico y varios conciertos se realizaron en su memoria.
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