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El blog de Tere

Gato

Gato Gato llegó hace casi tres años. No llegó por mí, llegó por Daniela. La Srita. Lennon quería un perro. Me opuse rotundamente. Por supuesto que no... .¿cómo un perro? ¿quién va a limpiar sus gracias? ¿quién lo va a bañar? ¿quién se va a encargar? De ninguna manera. No quiero una mascota, no quiero problemas. Puedo ser un madre muy tajante cuando algo me horroriza tanto como la idea de limpiar desechos perrunos.

La negativa no impactó mucho. Tanto Daniela como JC me echaban miraditas suplicantes cada vez que el tema salía a colación. Yo, que soy tan buena para fingir demencia, hacía como si me hablara la virgen. Finalmente y cansada de tanta petición accedí: "Un perro ni se negocia. Lo que podría negociar sería un pez, una tortuga o un hamster. Son las únicas especies del reino animal que admito en mi casa. ¡Ah! y además quiero buenas calificaciones para el próximo bimestre".

Llevo 12 años de ser mamá y aún me sigue sorprendiendo cómo ciertos motivadores funcionan mucho mejor que otros. Así, el siguiente bimestre fue de los mejores que yo recuerdo de la primaria de Daniela y, ni modo, bien se que cuando una abre la boca hay que cumplir lo prometido.

El momento de cumplir llegó y platicamos en familia qué mascota adoptaríamos. Mi sugerencia del pez fue desechada... a un pez no lo puedes acariciar. El hamster no le hizo mucha gracia a JC. Alguno sugirió un gato... ¿un gato?..pues, podría ser... En realidad, había tenido uno en mi segunda época de soltera, cuando vivía sola en un departamentito de Mixcoac, pero no duré mucho con él porque según mis vecinos, "maullaba muy fuerte".

Tomada la decisión fuimos a ver al Dr. Pueblita, el veterinario que tiene siempre gatitos enjaulados a la vista de todos los transeuntes. Regresamos contentos y JC con un pequeño gatito, prácticamente recién nacido, dormido en la palma de la mano. Desde entonces, Gato, cuyo nombre no prosperó porque no nos pudimos poner de acuerdo los tres en cómo llamarlo, se ganó mi corazón por mil detalles:

+ Me espera todas las mañanas en el portal de la casa cuando voy a dejar a Daniela a la escuela y me recibe con un caluroso miau.
+ Se duerme en la silla de JC, a mi lado, mientras trabajo en las mañanas.
+ Me busca con la mirada cuando despierta y siempre encuentra un tiempo para maullarme en forma de saludo.
+ Me trae cucarachas e insectos en su afan de alimentarme y los pone a mis pies mientras trabajo (mis gritos no lo sobresaltan).
+ Juega conmigo a las escondidas.
+ Se restriega en mis piernas cuando menos lo espero y sin mayor pena se sube a ellas para que lo acaricie.

La prueba de fuego fue un fin de semana de principios de 2004 en el cual Gato simplemente desapareció. Dos días después la que no quería problemas lloraba como idiota mientras peinaba la zona entre Metro Ermita y Metro Portales, cuadra por cuadra y viendo con gran decepción decenas de pequeñas orejitas felinas que se asomaban de muchas azoteas como respuestas a mis llamados gatunos. A punto de perder la esperanza, cinco días después lo encontré en un lote baldío, muy cercano a mi casa. Gato estaba flaco, sumamente sucio y le habían arrancado las uñas. Con la ayuda de una señora que iba pasando pude sacarlo entre un alambre de púas. Gato, que me había reconocido, sólo dejó de maullar cuando lo abrace y lo traje a casa. Durmió el resto del día.

Y así, la mujer que no quería una mascota tuvo que doblar las manos y admitir que Gato se había ganado su corazón y en honor a él y a ese huequito en mi corazón que no tenía dueño y que él llenó, esribo este post.

2 comentarios

Sombra -

Maravillosa tu historia de Gato.
Me intereso saber que existe otro gato llamado "Gato", como el mio. Pero me cautivó tu historia y hasta me emocioné al punto de la lagrima... además tu gato es muy bonito!
Espero que ambos esten bien. Suerte

Don Gato -

Dios creó al gato para darle al hombre la oportunidad de acariciar un tigre